Dios conoce nuestra estructura; Él es quien nos ha creado de forma admirable y maravillosa. La mente divina conoce los más íntimos detalles de todos los matices y complejidades que bombardean nuestros sentidos y se funden para producir una personalidad humana. Reconfortarse en la revelación divina es un asunto arriesgado. Es justamente arriesgado por la presencia de hostilidad en el corazón humano al gobierno de Dios que genera conflicto entre los preceptos divinos y los deseos humanos. Tomar una
Page 19